miércoles, 19 de diciembre de 2012

Conquistame... Hasta las trompas de falopio



Sonaba Misfits en el comedor de mi casa mientras una felicidad galopante recorría mi alma. Era uno de esos días en el que mi sonrisa amagaba con comerme la cara todo el tiempo. Todo normal, todo demasiado perfecto hasta que…. Suena el teléfono, y como la canción del Paz Martinez, voy como loca a su encuentro, veo de donde provenía la llamada y contesto. Era uno de los productores de MuchaMerd, el Sr. Choufalá, que al parecer se había tragado a un indio, ya que al momento de hablar se había olvidado de ponerle conectores y verbos al mensaje que pretendía darme; Dijo algo así como: “Hoy. Reunión. Redacción. MuchaMerd, 22hs... grrgrrr se corta, se corta”, luego de intentar descifrar el recado, el búho que habita en mi cerebro tiró un comentario al pasar diciendo: “se pudrió Dipietro”.

martes, 10 de julio de 2012

Víctima del consumo

Necesitaba experimentar de alguna manera el consumo, es decir, ver desde fondo como nos convertimos en unos rompe cachas a la hora de comprar. Fue entonces cuando decidí insertarme por un día en la piel de un vendedor. Porque a la hora de quejarnos de los que nos atienden estamos todos pero… ¿quién piensa que se siente ser un esclavo del consumo?

martes, 19 de junio de 2012

Detrás de un disfraz, hay un pasado oscuro

La vida está llena de paradigmas, de situaciones que nunca vamos a entender, de acontecimientos que crean un gigantesco signo de interrogación en el hemisferio derecho de nuestro cerebro. Suelo preguntarme cosas como: ¿de dónde venimos?, ¿desde cuándo comer una banana en la calle se había transformado en un acto impuro?, ¿por qué las personas sienten vergüenza al sonarse la nariz?, ¿por qué mierda cambiaron el envoltorio de Rhodesia, quitándome recuerdos de la infancia? Y la más enigmática de todas: ¿qué esconden las personas tras un disfraz?

jueves, 24 de mayo de 2012

Noviembre me hace el amor

La primera apoyadita de este mes la experimenté el día en el que fui en busca del alimento para mis pulmones y el kiosquero me dio la noticia de su aumento. Sentí que la angustia me devoraba el alma, el mundo se empeñaba en hacerme entender que  tenía que dejar el cigarrillo, que su costo era el mismo que el de un litro de leche y tres tortitas o media bandejita de comida en los chinos, y que además de todo eso atentaba directamente contra mi salud. La penetración la padecí en el momento  que descubrí que la factura del gas y la luz hacían el el sesentainueve en mi buzón. Luego de estos episodios y de otro más que me niego a recordar, acabar mientras firmaba la renovación del alquiler resultaba ser una obviedad. Justo cuando pensaba  en sacrificar alimentos básicos, cultivar plantas de marihuana o cocinar metanfetaminas para luego venderlas en la sede de un centro para jubilados,  un par de recuerdos vagos vienen a mi memoria. Épocas en las que contaba con plata en mi billetera, con comida en la heladera, con shampoo de marcas prestigiosas para asear mi peluca y con unas curvas contorneadas que desaparecieron por la falta de comestibles o  por el incremento de paja en sangre que crea fallas en mi sistema motriz e impide, casi por completo, algún tipo de relación entre mis manos y el artefacto de cuatro hornallas. Claramente esto sucedía cuando vivía con mi familia y no tenía que decidir entre comprar un pase para un recital, pagar la boleta del gas o pensar seriamente en empeñar el poto para llegar a fin de mes.


jueves, 17 de mayo de 2012

Doñas vs marihuana

Sueño que soy un soldado. He perdido un ojo, camino, por momentos corro para que las tropas enemigas no puedan alcanzarme. Sigo sin mi ojo y siento como la sangre chorrea por mis mejillas, de pronto oigo disparos de ametralladoras, me meo encima (porque aunque soy un soldado también tengo derecho a asustarme ¿no?). Cuando menos lo espero siento que Robert Smith me grita boys don’t cry.

Sexo y fóbal

Las mujeres no van a entender lo que significa el fútbol para los hombres hasta que ellos no aprendan a calcular el chorro de pis adentro del inodoro.

Srta Dipietro


Lo que parecía ser una tarde normal sin sobresaltos, se transformó en un debate sobre mujeres, sexo y fútbol.
El primero en llegar fue Pablo con sus pantalones del Tomba salpicados en lavandina, esos que su ex novia había manchado en un vago intento de no vérselos nunca más puestos. Luego de que sacara un litro de fernet de una bolsa ecológica y puteara cual Caruso Lombardi, por el increíble parecido de ferro a once doñas corriendo tras un ovillo de lana, suena el portero confirmando la llegada de Marcos. Su cara casi inexpresiva no se debía al cuelgue sustancias psicoactivas, sino a una discusión que había tenido con su esposa. Al parecer ella no entendía que en una balanza no se pueden medir cosas como ir a jugar un partidito con los pibes o visitar a su abuela y escucharla hablar por tres horas de su osteoporosis, mientras se pierde en la conversación (debido a su alzhéimer) y luego seguir escuchándola hablar de la osteoporosis. Por otra parte, turco, el tercero en llegar, solo se dedicó a escucharnos sin emitir comentarios mientras buscaba desesperado  las fechas del día, para sumar los puntos obtenidos en su equipo del Gran DT.

Ama de cama

Como suele suceder mi planteo poco común acerca del sexo llego la noche en la que fui convocada en plan de invitada a una despedida de soltera. Ustedes saben como viene la mano, un par de amigas con ganas de hacerle pasar vergüenza a la que finalmente decidió casarse organizan una reunión con unas cuantas veteranas de la misma especie; la disfrazan de “trabajadora de la calle Montecaseros” , pintarrajean sus labios color carmín de manera ridícula (es decir desde la nariz hasta el final de la pera), la obligan a ponerse una microminifalda que se compraron para asistir a un cumpleaños de quince (hace diecinueve años atrás),le encajan casi de prepo una remerita con lentejuelas que le sacaron a la Barbie de una de sus hijas (como para que la “ex” soltera quede BIEN apretadita y sea una réplica exacta de un matambre arrollado)y para terminar unas orejas de gato que compraron en el porteñito.

Ser mamerto

Caí en la cuenta de lo que era un mamerto, el mismo día en el que deje de lado los boliches. Cansada de ver siempre lo mismo, el mismo pelotudo filibustero y denso que no paraba de joder a cual mina se le cruzara por su pegoteado camino de speed con vodka (que el mismo construye) entendí lo que significaba esta especie para la sociedad y lo problemático que sería si el volumen de esta masa apestosa y repugnante creciera aun mas. Para que entiendan mejor acá dejo esto que sería un bien a la comunidad. Un par de datos para desenmascarar de una vez por todas a esta clase de “personitas” con grandes incapacidades mentales. Ojala que sirva en un futuro (espero no muy lejano) para extinguir de una vez por todas a esta clase de tipos.

Ser minita

En mateada on -line con una amiga llegué a la clara conclusión de…. ¿que es ser minita?. No es que nunca me lo haya preguntado simplemente hoy sentí la necesidad de expresarlo con palabras y que mejor manera de aclarar unos cuantos puntos siendo yo la que me siento menos minita de todas, aunque por ahí debo tener secuelas

Puntos de la minita: